miércoles, 23 de enero de 2008

Argentina: Las obras de arte y lo que requiere la Aduana para su traslado.

Varios lectores buscan información sobre el procedimiento por el cual un turista que adquiere un cuadro en la Argentina puede llevarlo al exterior sin tener inconveniente alguno en la Aduana. Una lectora cuenta que "en el aeropuerto de Ezeiza, a un familiar mío le exigieron un formulario especial, ya que con la factura de la compra del cuadro no era suficiente y no lo pudo llevar".

Efectivamente, para sacar del país obras u objetos de arte, objetos de colección y antigüedades, se debe contar con una licencia previa de exportación, que otorga la Dirección Nacional de Artes Visuales, o con la autorización de la Dirección Nacional de Museos, según corresponda. Es cierto que las obras de arte originales, objetos de colección y antigüedades gozan, para su circulación internacional, de exenciones de los derechos de Aduana o franquicias, con la finalidad de favorecer el intercambio artístico-cultural entre las naciones. Sin embargo, para hacer esto posible sin menoscabo del patrimonio artístico o histórico del país (tráfico ilícito) es preciso que quien desee exportar tales bienes u objetos cuente con la respectiva autorización para la salida del país. En este sentido, la licencia de exportación (de trámite gratuito) es el instrumento que permite hacer uso del beneficio dispuesto por la Ley 24.633 y, al mismo tiempo, contribuye a la protección del patrimonio artístico nacional. Este formulario está disponible en la pagina web de la Secretaría de Cultura de la Nación (www.cultura.gov.ar). Una vez llenado, el formulario debe presentarse en la Dirección de Artes Visuales, organismo que evalúa la solicitud y expide la respectiva licencia en un plazo que no deberá exceder los diez días hábiles contados a partir de su presentación, excepto que requiera informes periciales. Una vez otorgada, la licencia tiene una validez es 120 días desde la fecha de su solicitud, para sacar el bien del país. La Dirección de Artes Visuales está ubicada en Alsina 1169, Piso 1°, Capital, y atienden de 10 a 16. El teléfono es: 4381-6656 int. 154 y 155; artesvisuales@correocultura.gov.ar. El trámite prosigue en la Secretaría de Cultura, Av. Alvear 1690, de 10 a 16 horas.

Una aclaración: la ley 24.633 sobre Circulación Internacional de Obras de Arte sostiene que no están comprendidas las copias, réplicas o reproducciones de obras de arte; las tallas en coral, marfil u otros materiales de lujo, ni las realizaciones artísticas a mano sobre piezas provenientes de procedimientos industriales en serie. Es decir: si alguien compró un retrato callejero en La Boca, no deberá hacer este trámite.

Más allá de las obras de arte sin licencia, hay un lista de lo que no se puede llevar ni ingresar como equipaje sin el permiso especial. A saber: mercadería con finalidad comercial; mercadería prohibida por razones de seguridad pública, defensa nacional, salud pública, sanidad animal o vegetal, protección al patrimonio arqueológico, paleontológico o científico o conservación de las especies animales o vegetales, salvo que cuente con autorización expresa emitida por la autoridad competente.

Nora Vera. Diario Clarín.

"El arte es capaz de restablecer equilibrio en nuestras vidas"

EN MOVIMIENTO. 'NO CREO QUE LA PINTURA SOBREVIVIRA A TODO. PRIORIZO LOS CONTENIDOS Y CREO QUE LA FORMA SE VA ADAPTANDO A ESTOS', DICE KERSTEN.




A FONDO: ANNE KERSTEN: CURADORA DE ARTE

Nada es hoy más dinámico y difuso que los criterios que determinan qué es arte y qué no. Pero algo permanece intacto: su aptitud para despertar reflexiones novedosas que iluminan la vida de una manera original.

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Es nuestra otra naturaleza. A veces hasta la religión verdadera. El arte es venerado y consumido, es provocación y muchas veces frustración. ¿Qué puede hacer el arte con nuestra sensibilidad, qué puede estimular para reformar nuestro modo de relacionarnos con el entorno?

Anne Kersten propone respuestas a estas preguntas. Centra su trabajo en la relación entre el espacio urbano y el rural, así como entre el arte y la ecología. De esto dan cuenta las exposiciones que curó colectivamente Animalcity -Animales en la ciudad, 2006- y Green Dreams (2007) en el Kunstverein Wolfsburg. Es co-curadora del festival de arte y ciencia Phaenomenale. Invitada por el Goethe-Institut visitó Brasil y la Argentina, donde participó también del Laboratorio de Experimentación en Prácticas Artísticas Contemporáneas del Centro Cultural Ricardo Rojas.


Uno de los rasgos de nuestra época es el empobrecimiento de la experiencia y el avance del consumo por sobre todos los planos. En este contexto, ¿qué puede hacer el arte para despertar nuestras sensaciones y experiencias?

El arte puede hacer mucho porque es capaz de "bajar a tierra" todas las zozobras que la vida nos genera. Lo puede hacer en la medida que una y otra vez reflexiona y permite reflexionar sobre las irrupciones de fenómenos como el consumo, por ejemplo, y las marcas que dejan en nosotros. Actuando así, el arte es capaz de reestablecer cierto equilibrio en nuestras vidas. Cuando los visitantes de una exposición tienen real y honda percepción del trabajo artístico, pueden generar reflexiones nuevas sobre hechos particulares y sociales, iluminarlos de una manera original.


El sociólogo Niklas Luhmann concibió al arte como un sistema cerrado que multiplica sus comunicaciones de un modo autónomo al resto de los sistemas sociales. De ser así, ¿cómo el arte podría cumplir funciones políticas y sociales, como usted sugiere?

En lo personal, me preocupo por no actuar exclusivamente dentro de los límites de ese sistema cerrado y de hecho sigo más bien las ideas de otros sociólogos que no piensan el arte como un sistema clausurado. Existen escapes, poros o puertas abiertas en el sistema que permiten un intercambio permanente con el exterior y con el resto de los sistemas.


¿Cómo se refleja eso en sus proyectos?

En el marco de mi trabajo en el Kunstverein Wolfsburg, por ejemplo, actuamos en conjunto con otras instituciones o grupos, muchos de los cuales no tienen nada que ver con el arte. Es que un objetivo clave es acercar un nuevo público al arte.


¿Cómo piensa la relación entre el arte y la tecnología?

Es un tema muy actual que ofrece infinitas posibilidades de exploración. Con mi grupo de trabajo, justamente, creamos un festival de arte y ciencia, Phaenomenale, que tuvo lugar por primera vez en 2007 y del cual soy co-curadora. El festival reúne una institución artística con un museo de ciencias buscando congregar estos dos ámbitos desde niveles diversos (música, arte, workshops). El festival en sí tiene lugar en un emplazamiento industrial, lo que lo vuelve especialmente atractivo y convocante.


En el mundo antiguo, arte y técnica estaban integrados, pertenecían a una misma esfera en la cual el conocimiento ocupaba un lugar central. En la modernidad se diferencian la ciencia y la técnica del arte. ¿Es posible que estas escisiones se superen?

No creo que estas esferas puedan volver a estar completamente unidas, pero sí que las interrelaciones sean cada vez más estrechas. Se observan indicios de esta evolución en determinadas exposiciones en las que la ciencia constituye una base fundamental para mostrar la labor artística.


Usted se encuentra trabajando en la muestra Green Dreams (17.11.07 - 10.02.08 en el Kunstverein Wolfsburg) que aborda, desde el arte, la problemática del medio ambiente. ¿Qué tipo de trabajos organizan una visión artística sobre este tema?

Por un lado, es importante el trabajo de documentación. Por el otro, me interesa mucho cuando los artistas trabajan en forma efectivamente intervencionista, esto es, cuando realmente intervienen sobre el medio ambiente y, más aún, cuando involucran al público.


En su propuesta se tienen en cuenta elementos como la basura. ¿Cómo se juega con la producción de reacciones a partir de conmociones a nuestros sentidos, a partir de un desplazamiento de la belleza -que era dominante en el arte clásico- hacia la repugnancia?

En nuestra muestra, la idea de la basura se presenta en el contexto del movimiento ecologista y de su evolución a lo largo de los últimos 30 años. La idea de la basura tiene que ver con cómo se relaciona el hombre con aquello que produce y que se vuelve un problema que hay que "depositar" en algún lugar. Esa reflexión nos lleva a preguntarnos por nuestra relación con el ambiente y nos ayuda a identificarnos con éste. Buscamos llevar a las personas a la reflexión pero no en forma brutal (en el límite de la repugnancia, por ejemplo), porque creo que hay formas más inteligentes de hacer reflexionar al público.


¿Cómo pensar la relación entre el arte y la naturaleza en nuestra época? Las galerías de arte, los museos se encuentran en las grandes ciudades; en nuestro paisaje predomina el cemento, el hierro, el cristal. ¿Usted cree que el arte puede devolvernos la naturaleza?

No estoy segura de que el arte pueda devolvernos la naturaleza que hemos perdido. Quizá no sea su función. Quizá, como otras disciplinas, lo que puede hacer el arte es ayudar a promover una mayor comprensión de la importancia de gozar y respetar a la naturaleza. No debemos sobreestimar el rol ni las posibilidades del arte en lo que se refiere a esta cuestión. Muestras como Green Dreams, por ejemplo, pueden llamar la atención sobre la naturaleza y sobre "lo que uno era". Incluso, narrar una historia al respecto y, por qué no, iniciar algún cuestionamiento. Es decir que a lo sumo se puede incitar a las personas a que reaccionen y se interroguen sobre esta problemática. No es que tengamos la obligación de conectar la naturaleza y la cultura, porque es cierto que la producción cultural ocurre y seguirá ocurriendo en las ciudades. Pero me interesa recuperar la mirada sobre una imagen cultural de la vida rural, sobre todo en el contexto de las actuales transformaciones demográficas.


¿El arte, entonces, puede ser nostalgia de una vida en la naturaleza?

Es cierto que esa imagen nostálgica es la que parece buscarse constantemente. Se busca presentar lo rural como la última huella de un pasado que se pierde. Sin embargo, esa imagen nostálgica es la que menos me atrae. Intento más bien ofrecer una imagen materialista, una mirada realista de esas transformaciones demográficas de las que hablaba, recrear e incluso crear una imagen nueva de la naturaleza, de lo rural.

¿Cuál es su opinión acerca de los usos y abusos de instalaciones y performances, de estos estilos de convocatoria artística tan usuales en nuestra época y que a veces parecen dar cuenta de criterios estéticos tan ligeros como efímeros?

Instalaciones y perfomances vienen desde los años 60. Es decir que ese estilo goza de una tradición relativamente larga. Hoy más bien se han puesto de moda los proyectos artísticos a través de Internet. Las formas se van transformando. Para ser sincera, no creo en la forma absoluta del arte, ni que la pintura ha de sobrevivir a todo. En materia de arte priorizo los contenidos y creo que la forma se va adaptando a éstos. Pero volvamos sobre Internet: Pensemos en las prácticas artísticas en torno de Second Life; es imposible saber cómo van a evolucionar o por cuánto tiempo más persistirán, pero lo que sí es seguro es que tarde o temprano llegará una forma nueva. En lo personal busco dar cuenta de fenómenos sociales y la forma que elijo es aquella que me brinde el momento.


La relación entre el arte y la publicidad es ambivalente. El mundo de las imágenes parece estar siendo colonizado por el discurso publicitario. ¿Esto hará que el arte de hoy mañana sea utilizado por la publicidad, de modo que el arte se vuelva una mercancía más?

Creo que la publicidad o el comercio implican una amenaza algo difusa, porque ambos implican sistemas de intercambio: me das algo, te pago a cambio. En el arte, no es tan sencillo que funcione este mecanismo de intercambio. Lo que quiero decir es que no veo la amenaza de la publicidad ceñida al arte, sino que creo que la verdadera amenaza consiste en que todos los ámbitos de la vida pasen a sustentarse en este intercambio netamente económico. Por eso le decía que creo en el arte como factor de reequilibrio, como posibilidad de generar espacios de reflexión sobre el mundo que nos toca vivir.

Claudio Martyniuk. Diario Clarin
Traducción: Carla Imbrogno.

martes, 22 de enero de 2008

Eugenia Tusquets fantasea sobre la aparición de un Picasso desaparecido

Barcelona, 22 ene (EFE).- La artista Eugenia Tusquets narra en la novela "El cuadro perdido de Picasso" la historia real de la aparición reciente de un cuadro del pintor malagueño, "Don Tancredo", que hasta entonces se daba por desaparecido.

Aunque la autora ha cambiado las identidades de los protagonistas, la historia de base es real, ha asegurado hoy en la presentación.

En 1992, una anticuaria compra en un mercadillo parisino un viejo cuadro sin firmar y tras muchas pesquisas piensa que podría tratarse del desaparecido "Don Tacredo" que Picasso pintó en 1901 para su primera exposición francesa.

Según ha explicado Tusquets, "el lienzo sería un homenaje de Picasso a su íntimo amigo Casagemas, que poco antes se había suicidado".

Tras la investigación que Tusquets ha realizado para escribir el libro, la autora sostiene que "Casagemas no se habría suicidado por un amor no correspondido con su amante, la modelo Germaine, sino que en realidad se mató porque estaba enamorado de Picasso".

El suicidio, añade Tusquets, habría llegado por las dificultades en la época de "salir del armario" y el problema de aceptar la homosexualidad en una sociedad tan rígida.

Maya Picasso tardó siete años, indica Tusquets, en autentificar el cuadro de su padre, "debido sobre todo a la ausencia de la firma del artista, algo habitual en sus primeros cuadros, cuando todavía no era conocido".

"Don Tancredo" era el único cuadro que permanecía perdido de los 65 exhibidos en la primera exposición de Picasso en París, y en el catálogo era el cuadro número 63.

Según Tusquets, "Maya autentificó el cuadro por la inconfundible letra del galerista Vollard y el número 63, y también por que, más allá de sus asesores, adoptó la decisión con el corazón".

La autora ha tenido acceso al cuadro, que hoy está depositado en una caja fuerte de un banco suizo, "aunque sólo tenía permiso para hacer un bosquejo, no tomar fotografías".

A partir de ese bosquejo, Eugenia Tusquets ha realizado dos copias interpretativas en gouache del cuadro original, en el que en un alegórica plaza de toros aparece un Don Tancredo, una figura de color negro rodeada por cinco caballos blancos.

En su teoría, Tusquets considera que "ese cuadro fue pintado por Picasso en homenaje a Casagemas poco antes de que se inaugurara la exposición en la galería Vollard, después de que el galerista rechazara todas las obras que Picasso había hecho de su amigo Casagemas muerto".

La artista cree que "este cuadro es el eslabón perdido que faltaba entre el Picasso del realismo academicista y su período simbolista, la época azul, que se inaugura con 'El entierro de Casagemas".

Para abonar aún más su teoría, Tusquets sostiene que "la figura central es en realidad Casagemas, que siempre vestía una levita negra, y los cinco caballos aluden a los cinco amigos que comían con él en el restaurante 'L'Hippodrome' cuando se disparó en la sien, o los cinco espectros que salen en su único poema, publicado en 1900".

"El cuadro perdido de Picasso" (Editorial Funambulista) se alimenta de la investigación llevada a cabo por Tusquets para aportar pruebas a la certificación de Maya Picasso, al tiempo que ofrece una radiografía de los entresijos del mercado del arte.

Tusquets aventura que "el cuadro permanecerá oculto a la espera de encontrar el momento más propicio para que en una subasta internacional se convierta en uno de los Picasso más caros".